Reflexión sobre los alimentos

Por | 15 junio, 2020 |Categorías: Budismo, Meditación|Etiquetas: , , , |

En varios centros de Tailandia donde he meditado, es costumbre recitar una reflexión sobre los alimentos que se van a tomar. Es una adaptación de la reflexión que deben hacer los monjes a la hora de hacer uso de la comida que les es donada cada día. La traducción al castellano de la fórmula usada en dichos centros me ha quedado así:

Con sabia consideración tomo esta comida,

no para distraer mi mente,

ni para embriagarme.

No para engrandecer mi cuerpo,

ni para embellecerme.

Solo para nutrirme,

seguir con vida y con salud;

para alimentar la vida espiritual.

De esta forma, dejo ir las sensaciones desagradables

sin provocar otras nuevas.

Así, el proceso de la vida continúa,

libre de culpa, en paz.

En un retiro es muy fácil hacer una pausa, teniendo tu plato de comida ya listo, para hacer esta reflexión sobre los alimentos antes de comer, porque todo el mundo hace la pausa y se recitan esas frases en grupo. En casa, sin embargo, es muy probable que la impulsividad que solemos acarrear nos invite a no hacer ninguna pausa, sino a comer con el mismo ritmo frenético y la poca conciencia de lo que estamos haciendo con los que realizamos casi todas las actividades en nuestro día a día.

Me parece muy interesante tomar verdaderamente un momento con la comida delante de nosotros y reflexionar sinceramente también en casa antes de empezar a comer. ¿Voy a comer esto porque lo necesito o para evadirme de mis emociones o pensamientos? ¿Es de alguna manera alguno de estos alimentos tóxico para mi mente o cuerpo? ¿Es realmente nutritiva y saludable esta comida? ¿Me alimento para resultar más atractivo o impresionar a los demás? ¿Me he servido y voy a comer lo justo para saciar mi hambre, o voy a terminar todo lo que haya en el plato aunque sienta que voy a reventar?

En los retiros de meditación suele haber una especie de bufé en el que nos servimos la cantidad que consideramos adecuada, la calidad de la comida es buena, y el tipo de alimentos que nos ofrecen facilita la práctica de la meditación. En la mayoría de centros ofrecen dos comidas al día (desayuno y almuerzo), aunque es tradicional que los yoguis y monjes coman solo una vez por día. Resulta curioso observar los distintos comportamientos y actitudes de la gente a la hora de servirse, sobre todo cuando algún alimento en concreto, por ejemplo los dulces, están «contados».

Reflexión sobre los alimentos durante un retiro de meditación en Wat Suan Mokkh (Tailandia)
Comida y tarjeta con la reflexión que se recita en los retiros de Suan Mokkh y Dipabhavan

Si prestamos atención a lo que comemos, podemos aprender mucho. Puede que descubramos que nuestro cuerpo literalmente nos pide ciertos tipos de alimentos, e incluso podremos diferenciar cuándo nos los pide porque los necesita para funcionar correctamente de cuando lo hace para tapar algún agujero emocional. Notaremos qué cosas digerimos mejor, y cuáles nos producen sensaciones desagradables como menciona el texto de arriba, ya sean de pesadez, somnolencia, acidez, etc. A lo mejor llegamos a observar incluso cómo distintos alimentos promueven distintos estados mentales y emocionales en nosotros.

Os aconsejo que toméis un momento para reflexionar antes de cada comida, para ser conscientes de vuestros hábitos actuales, y para tomar conciencia de qué tipo de vida estáis, literalmente, alimentando.