Escuchar – J.Krishnamurti
¿Alguna vez te has sentado muy muy quieto, sin hacer ningún movimiento? Inténtalo, siéntate inmóvil, con tu espalda erguida, y observa lo que está haciendo tu mente. No intentes controlarla, no le digas que no debe saltar de un pensamiento a otro, de un estímulo a otro, simplemente date cuenta de la forma en que tu mente salta. No hagas nada al respecto, sino observarla como observarías fluir el agua de un río desde la orilla. En el río que fluye hay muchas cosas – peces, hojas, ramas, insectos– está vivo, moviéndose, y tu mente es así también. Eternamente inquieta, revoloteando de una cosa a otra como una mariposa.
Cuando escuchas una canción, ¿cómo lo haces?. Puede que te guste la persona que está cantando, puede que tenga una cara bonita, y puede que sigas el significado de las palabras; pero detrás de todo eso, cuando escuchas una canción, estás escuchando las notas y el silencio entre las notas, ¿no es así? De la misma manera, intenta sentarte muy quieto, sin moverte, sin mover tus manos, ni tan siquiera los dedos de los pies, y limítate a observar tu mente. Es muy divertido. Si lo intentas como si fuera divertido, como una actividad entretenida, descubrirás que la mente empieza a asentarse sin ningún esfuerzo por tu parte para controlarla. Es entonces cuando no hay un censor, ni un juez, ni un evaluador;. Y cuando la mente está quieta de forma espontanea, descubrirás lo que es estar alegre. ¿Sabes lo que es la alegría? Es simplemente reír, disfrutar de cualquier cosa y de nada, conocer el placer de vivir, sonreír, mirar directamente a la cara de otro sin ningún temor.
¿Alguna vez has mirado realmente a alguien a la cara? ¿Has mirado en el rostro de tu profesor, de tu padre, del policía, de tu empleado, y has visto lo que sucede? La mayoría de nosotros tememos mirar directamente a la cara del otro; y los demás no quieren que les miremos de esa forma, porque también están asustados. Nadie quiere revelar su interior; todos estamos a la defensiva, ocultándonos tras varias capas de sufrimiento, anhelo, esperanza, y hay muy pocos que puedan mirarte directamente a la cara y sonreír. Y es muy importante sonreír, ser feliz; porque sin una canción en el corazón la vida se vuelve muy aburrida, apagada. Uno puede ir de un templo a otro, de un marido o esposa a otra, o puede encontrar un nuevo profesor o gurú; pero si no hay esta alegría interior, la vida tiene muy poco significado. Y encontrar esta alegría interior no es fácil, porque la mayoría de nosotros sólo estamos superficialmente descontentos
¿Sabes lo que es estar descontento? Es muy difícil entenderlo, porque la mayoría de nosotros lo canalizamos en una determinada dirección, asfixiándolo. Nuestra única preocupación es llegar a una posición cómoda y segura, con ingresos estables, y proyectar una buena imagen a los demás de forma que no nos molesten ni alteren. Es por ello que seguimos las viejas rutinas; porque en el momento que uno está realmente descontento y empieza a hacerse preguntas, a investigar, está obligado a cambiar. Pero es sólo a través del genuino descontento cómo se consigue la iniciativa.
¿Sabes lo que es la iniciativa? Tienes iniciativa cuando empiezas algo sin haber sido incitado a ello. No necesita ser algo extraordinario o de gran magnitud, eso vendrá después; pero aparece la chispa de la iniciativa cuando plantas un árbol, cuando eres amable de forma espontánea, cuando sonríes a alguien que lleva una pesada carga, cuando apartas un obstáculo del camino o acaricias a un animal que pasa por tu lado. Este es el pequeño comienzo de la tremenda iniciativa que debes tener si vas a llegar a conocer esta extraordinaria cosa llamada creatividad. La creatividad tiene sus raíces en la iniciativa, y esta surge sólo cuando existe un profundo descontento.
No temas a la sensación de insatisfacción, de descontento, por el contrario, aliméntala hasta que la chispa se convierte en llama y estés permanentemente descontento con todo; con tu trabajo, con tu familia, con la tradicional búsqueda del dinero, la fama y el poder, de manera que empiezas a pensar y a descubrir. Pero según vas haciéndote mayor descubrirás que mantener ese espíritu de insatisfacción es muy difícil. Tienes hijos que mantener y obligaciones en el trabajo que atender; la opinión de tus vecinos y de la sociedad asediándote, y pronto se empieza a apagar esa llama de insatisfacción. Cuando te sientes descontento enciendes la televisión, vas a visitar a un gurú, te apuntas a actividades para sociabilizar, sales de fiesta, a beber, a ligar; cualquier cosa para apagar la llama. Pero date cuenta de que sin esa llama de insatisfacción nunca tendrías la iniciativa que es el comienzo de la creatividad. Para descubrir la Verdad debes rebelarte contra el orden establecido.
La creatividad no es el mero hecho de pintar cuadros o escribir poemas, lo cual es bueno hacer, pero significa muy poco en sí mismo. Lo que es importante es estar completamente insatisfecho, ya que esa absoluta insatisfacción es el comienzo de la iniciativa que se vuelve creativa según va madurando; y ese es el único camino para descubrir la Verdad.
Por lo tanto uno debe tener esta completa insatisfacción, pero con disfrute. ¿Comprendes? Uno debe estar totalmente insatisfecho, pero no quejándose, sino con alegría, con amor. La mayoría de la gente que está descontenta son terriblemente aburridos; están siempre quejándose de que esto o lo otro no está bien, deseando estar en una situación mejor, queriendo que las circunstancias fueran diferentes, porque su descontento es muy superficial. Y los demás, aquellos que no están descontentos en absoluto, esos ya están muertos.
Si puedes rebelarte cuando eres joven y, según creces, mantener tu descontento latente con la vitalidad de la alegría y el afecto, entonces esa llama de insatisfacción tendrá un extraordinario significado porque construirá, creará, dará vida a cosas nuevas. Para ello debes tener la educación adecuada, que no es la que simplemente te prepara para tener un trabajo o subir la escalera del éxito, sino la educación que te ayuda a pensar y te da espacio. Espacio no en la forma de una habitación más amplia o un techo más alto, sino espacio para que tu mente crezca de forma que no esté limitada por ninguna creencia, por ningún miedo.
Traducción libre de una fragmento del libro «Think of these things» de J. Krishnamurti