Esta fábula me la contaron hará unos veinte años (literalmente, ¡madre mía cómo pasa el tiempo!), y os la escribo desde mi lejano recuerdo y sin conocer su origen. Si sabes de dónde procede, te agradecería lo compartieras en los comentarios o escribiéndome un correo. Espero que mi versión no altere la esencia de su significado; yo le he ido encontrando significados diferentes cada vez que me ha venido a la mente a lo largo de los años.

Cuatro hombres se encuentran en una habitación privada de un local donde periódicamente se reúnen para hablar de sus cosas y disfrutar de un juego de tablero. Un día, en mitad de la partida, se empieza a escuchar un gran revuelo fuera de la habitación. Los hombres paran el juego para escuchar más detenidamente. De repente, alguien abre la puerta violentamente, gritando desencajado que se va a acabar el mundo, para salir corriendo después, al igual que hace la gente que pueden ver más allá de la puerta ahora abierta. Se asoman por la ventana, para ver igualmente en la calle gente corriendo y gritando. Caos.

Dando por cierto el anuncio del fin del mundo, uno de los hombres dice: «¡Se acaba el mundo! Voy a ir a mi casa a decirle a mi familia lo mucho que la quiero. Esa es la última cosa que quiero hacer. ¿Qué vais a hacer vosotros?».

«Yo voy a encontrarme con mi mujer y hacer el amor con ella por última vez», responde otro.

«Yo me encenderé un cigarro, iré a coger una botella del mejor licor y me emborracharé mientras todo termina», declara el tercero.

El cuarto hombre permanece inmutable observando el tablero, y ante su silencio uno de los otros le recrimina: «¿Es que no has oído? ¡Vamos a morir todos! ¡Es el fin del mundo! ¿Qué es lo último que vas a hacer tú?».

«Yo, con vuestro permiso, terminar la partida».