Un joven en su búsqueda espiritual llega un día a la morada de una mujer a la que los lugareños consideraban la más sabia de la región. Esta le recibe y, tras unos minutos de conversación, saca un paño cuidadosamente doblado y descubre la más increíble de las joyas.
Al verla, el joven queda asombrado y piensa en el incalculable valor de la joya y en los poderes que seguramente posee, de forma que le dice a la mujer: «¿Podría quedarme con esta joya? ¿Me la daría? Seguro que me ayudaría muchísimo».
La mujer contesta sin dudarlo: «¡Claro!», y se la entrega.
El buscador se pone nervioso y, temiendo que la sabia mujer se arrepienta, se despide rápidamente para continuar su viaje. Pero después de un par de horas, el joven vuelve a la casa de la mujer. Se acerca a esta y, con gran humildad y respeto, deposita la joya en el suelo ante ella diciendo: «Perdone, pero me gustaría hacer un trato. Quiero cambiar esta joya».
«¿Cambiarla por qué?», pregunta la mujer.
«Me gustaría cambiarla por el conocimiento de cómo conseguir una mente capaz de desprenderse de la joya más maravillosa del mundo sin pensárselo dos veces».
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